Salario mínimo vital y móvil
Una de las políticas más promovida por el gobierno, es el salario mínimo, vital y móvil. Es una suerte de fijación del mínimo salario que se la debe pagar a los trabajadores, con el supuesto objetivo de que el empleador no se “abuse” o los “explote”.
La grave contradicción en la que incurre el gobierno al implementar esta política, es que se enfrenta contra la ley de la oferta y la demanda, la cual explica la razón de que en lugar de garantizarle beneficios a los trabajadores, sólo lo logra para unos pocos, dejando a otros tantos en el trabajo marginal o bien desempleados, con lo cual, no sólo habrá fracasado con su política de darle un salario mínimo, vital y móvil a los trabajadores, sino que incluso los habrá dejado en peores condiciones que antes, siendo todo en contra de la voluntad del trabajador.
Procederé a explicar, mediante la famosa ley de la oferta y la demanda, cómo se manifiesta la contradicción del discurso del gobierno.
Ley de oferta y demanda
Según wikipedia:
“El postulado, principio o incluso ley de la oferta y demanda es el modelo económico básico de la formación de precios de mercado de los bienes, usándose para explicar una gran variedad de fenómenos y procesos tanto macro como microeconómicos. Además, sirve como base para otras teorías y modelos económicos.
El postulado de la oferta y la demanda implica tres leyes:
I.- Cuando, al precio corriente, la demanda excede la oferta, el precio tiende a aumentar. Inversamente, cuando la oferta excede la demanda, el precio tiende a disminuir.
II.- Un aumento en el precio tiende, más tarde o más temprano, a disminuir la demanda y a aumentar la oferta. Inversamente, una disminución en el precio tiende, más tarde o más temprano, a aumentar la demanda y disminuir la oferta.
III: El precio tiende al nivel en el cual la demanda iguala la oferta.”
En otras palabras, para que se genere precio, tiene que haber dos partes que acuerden en él. Cuando sucede esto, se dice que hay mercado, o bien como dice wikipedia, se forma un precio de mercado.
Una parte es la oferta, quien está dispuesta a dar algo a cambio de un monto de dinero y la otra parte es la demanda, quién está dispuesta a dar un monto de dinero a cambio de lo que le ofrece la demanda.
Es así, que quién está comprando algo, es porque valora más el producto que compra, que la cantidad de dinero que eso le significa. Es decir, tiene más ganas de tener el producto que de preservar el monto de dinero que cuesta el producto.
Si en un negocio le ofrecen a una persona unas galletitas oreo por $20, y en el de al lado se las ofrecen por $10, en condiciones actuales y sin ningún tipo de variable extraordinaria, la persona elegirá comprar al negocio que le vende a $10 las oreo.
Esa persona valora más sus $20, que un paquete de oreo a $20, dado que ese dinero le servirá para comprar 2 paquetes de oreo en el negocio de al lado. En el supuesto caso que elija comprar los paquetes de oreo en el negocio de al lado, estará valorando más esos dos paquetes, que sus $20. Por otro lado, el vendedor, valorará más $10 que un paquete oreo, y es por eso que está dispuesto a venderlo. Si no fuera así, simplemente se lo quedaría y no lo ofrecería al público.
En este último ejemplo, la oferta estaba representada por los negocios, quienes ofrecían galletitas oreo a diferentes precios. La demanda estaba representada por los potenciales compradores de dichas galletitas. Y llamaríamos a éste, el mercado de la venta de galletitas oreo.
Contradicción del gobierno: salario mínimo, vital y móvil
El gobierno fija el precio mínimo que se le puede pagar a un trabajador, con el argumento de que tiene derecho a gozar de ciertos beneficios como trabajador, es decir, lo que a su criterio es un salario digno.
La ley de la oferta y la demanda, puede establecer el salario de una persona, sólo si excede el salario mínimo, de lo contrario, el precio lo fija el gobierno.
Si miramos más arriba, la segunda ley dice que si aumenta el precio, la demanda, tarde o temprano, bajará. Por otro lado, si el precio disminuye, la demanda, tarde o temprano, deberá aumentar.
En el mercado laboral, como analizamos al mercado de las galletitas oreo, hay una parte (trabajador) que ofrece su trabajo, a cambio de que la otra parte (empleador) le retribuya por él. Habitualmente, mediante un salario. Si se fija un precio más alto, la demanda tenderá a contraerse. Es decir, los empleadores, que en este caso representan la demanda, tienden a emplear menos gente, quedando gente desempleada, o bien, debiendo ir al mercado marginal.
(Si corren, imaginariamente, el punto de equilibrio hacia la derecha, aumentando el precio, sin mover las curvas de oferta y demanda, verán que la demanda tiende a contraerse, es decir, a dicho precio, la demanda es menor, mientras que con la oferta sucede lo inverso)
El gobierno pretende evadir una ley que tiene la certeza de siglos de estudio, y que ningún científico refutaría. No hay, hoy, un argumento, o hipótesis que tenga el poder de refutar esta ley. Así como sucede con la ley de la gravedad.
Por más solidario que el gobierno sea con sus ciudadanos, o por más hermoso que el discurso parezca, la realidad es que fijando un precio mayor al que fijaría la oferta y la demanda, necesariamente va a haber gente que quedará desempleada, o irá al mercado marginal. ¿Cuánta? Será en relación a cuan mayor es el precio que fija el estado sobre el que fijaría la oferta y la demanda.
Mercado laboral marginal
Ahora bien, existe otro mercado propenso a ser intervenido, el mercado marginal.
Como dije antes, para que haya mercado, tienen que existir dos partes, que en un lugar determinado, y bajo ciertas condiciones, acuerden un precio. ¿Existen estas partes dispuestas, una a trabajar en el mercado marginal, y otra a pagar un precio menor al que establece la ley? Evidentemente, sí, dado que el mercado marginal existe, conocido como “trabajo en negro” existe.
Cabe aclarar que para que haya mercado, es condición necesaria que las dos partes tengan la posibilidad de no aceptar el intercambio. Por ejemplo, en la época de las colonizaciones, a los indígenas se los obligaba a trabajar, sometiéndolos a castigos si se rehusaban. En un mercado, el postulante al trabajo tiene que estar en todo su derecho de rechazarlo, si es que las condiciones del intercambio no lo convencen.
Los empleadores que contratan empleados en negro, están dispuestos a pagar ese dinero, y a correr el riesgo de que el gobierno los multe por dicha acción, entre otras cosas. Las personas que trabajan en negro, están dispuestas a cobrar por el servicio que realizan, aún sin tener jubilación, obra social y demás.
¿Por qué están dispuestos a semejantes situaciones? Por lo que explicaba anteriormente, cuando decía que una persona prefería no comprar las galletitas oreo a $20 porque valoraba más ese dinero, dado que le servía para comprar más galletitas en otro lugar.
La persona dispuesta a trabajar en el mercado marginal, lo hace porque valora más el dinero que va recibir, sin ningún tipo de beneficios como jubilación, obra social, y demás, que lo que está dispuesto a sacrificar (su trabajo y tiempo).
Si a uno de los trabajadores se le dijese que a partir de ahora va a trabajar 14 horas diarias, por $5, lo más probable es que diga que no está dispuesto, dado que él valora más su tiempo y esfuerzo, ya que hay alguien más, que por 14 horas, le va a pagar otro precio.
El hecho de que exista el salario mínimo, vital y móvil, hace que toda aquella persona que esté dispuesta a cobrar menos por un trabajo, dado que no hay un empleador que le ofrezca trabajo por un salario mínimo, vital y móvil, o mayor, se vea ante la imposibilidad de trabajar dentro del marco de la ley. Y todo esto, en contra de la voluntad del potencial empleado, que sí está dispuesto a trabajar por un salario menor, y obviamente, en contra de la voluntad del empleador, que pretende pagar dicho salario.
El error de discurso en intervenir el mercado marginal.
Usualmente muchos están en contra de que las personas trabajen en el mercado marginal, argumentando que tienen derecho a tener otro salario y otros beneficios. Es por eso que deciden intervenirlo, obligando a los empleadores a que regularicen la condición de los mismos.
Esto significa una suba en el precio del salario y una suba en los aportes que debe realizar el empleador, que son un beneficio más para el empleado, e indirectamente, forma parte de su salario.
Si nos remitimos nuevamente a la ley de la oferta y la demanda, vemos que cuando sube el precio, se contrae la demanda. En este caso, la contracción de la demanda significa, que habrá menos empleadores dispuestos a pagar ese salario, y así el mismo análisis que hice anteriormente con el salario mínimo, vital y móvil, con la diferencia de que en el caso anterior, el empleado podía terminar en el mercado marginal o desempleado, mientras que interviniendo el mercado marginal, sólo resta que los empleados queden sin su trabajo. Y todo esto, en contra de las voluntades de ambas partes.
El salario mínimo, vital y móvil, amplia las brechas de desigualdad, llevando a una situación más favorable a aquellos que logren alcanzar dicho beneficio, en desmedro de todo aquel que no lo logre.